jueves, 9 de octubre de 2014

Autores: IZAN MARTÍN (Graduado en Ciencias del Deporte y Master en PF).
RICARDO DA SILVA (Licenciado en Ciencias del Deporte. Preparador físico de la Federación de Fútbol de Azerbayan)
Fotos: Shutterstock
Este texto pretende ser una herramienta práctica para facilitar el desarrollo de la pretemporada, desde un punto de vista diferente al de la periodización tradicional, en la cual se iba incrementando la intensidad de las sesiones, y casi solamente se abordaba desde la estructura condicional. En este artículo se propone una visión más global de este periodo de la temporada, desde las diferentes estructuras que componen al deportista y al conjunto de deportistas (equipo), puesto que es lo que nos va a exigir la realidad competitiva, todo ello justificado en el texto con bibliografía actual.
La estructura del artículo llevará al lector desde un contenido teórico de revisión del concepto de pretemporada y la nueva visión que se pretende dar en este artículo, abordando la pretemporada desde un punto de vista global, basado en el juego; para después ejemplificar con tareas y sus progresiones este contenido teórico explicado previamente. Para finalizar el artículo, se expondrán los resultados que se han podido ver en un equipo "Cadete" perteneciente a un club de Liga de Fútbol Profesional (LFP); con este tipo de pretemporada y una discusión en la que propondré una posible revisión y un abordaje más específico de cada una de las estructuras que se proponen en el artículo.

Material y método
Revisión del concepto de pretemporada y su
abordaje tradicional
Para poder abordar el tema de la pretemporada
desde cualquier punto de vista, es necesario,
primeramente, conocer el concepto sobre el que se
va a desarrollar el artículo, según algunos autores
especialistas en la materia.
La pretemporada es el periodo en el que se
pretende preparar al equipo para el rendimiento
durante la temporada, es decir, su objetivo es que
el equipo compita de forma óptima durante la
competición (adaptado de Sanz, 2005).
Si retrocedemos unos años en el tiempo, (incluso
los entrenadores o preparadores físicos más
tradicionales siguen haciéndolo), nos damos
cuenta de que el abordaje de la pretemporada se
hacía solamente desde la estructura condicional
(siempre que aparezca “estructura condicional”
estará englobando a las estructuras condicional y
bioenergética Seirul•lo, (2009 en Pol, 2011), a no
ser que se especifique lo contrario), prevaleciendo y
planificándose sólo en función de dicha estructura,
comenzándose con un mayor volumen y
disminuyendo éste en detrimento de la intensidad,
que se hacía creciente cuando iban pasando las
semanas, como se llevaba a cabo en los deportes
individuales según la planificación tradicional.
Como puede extraerse de la definición, el objetivo
de la pretemporada es preparar al equipo para el
rendimiento, no solo condicional, como se hacía
en ese tipo de planificación, sino de forma global
y atendiendo a todas y cada una de las estructuras
que conforman el sistema “jugador” (Seirul•lo,
2002) (se ampliará el concepto y las estructuras en
el siguiente sub-apartado).
Si atendemos al objetivo de las pretemporadas
tradicionales, no sólo era poder competir en las
primeras jornadas, sino tener una base o una
reserva (llamado incluso, “la pila”, la cual era tan
necesario cargar en pretemporada) que nos durase
para el resto de la temporada.
Pues bien, me parece interesante desmitificar
esto recurriendo simplemente a los manuales de
fisiología del ejercicio.
Atendiendo al componente fisiológico, el
músculo necesita ATP para contraerse, por
lo que se vuelve necesario para poder realizar
cualquier movimiento (Benito, 2008). Este
ATP puede generarse de varias formas, con
el consiguiente gasto energético. Estas vías
de obtención de ATP son la ATP-PC - que se
almacena dentro del músculo -, la vía de los
carbohidratos - a través de la glucosa y del
glucógeno, que también se almacena en el
músculo - , los ácidos grasos y las proteínas
(Chicharro y Fernández, 2006).
Es decir, para que se creara esa base de la que
hablan algunos, debería almacenarse durante la
pretemporada algo que proporcionara energía
al músculo, y como se acaba de comprobar, ese
algo, solo podrían ser carbohidratos, ATP o
grasas -ya que la proteína se utiliza de forma
mínima-, y que ese almacenamiento durase
toda la temporada (Chicharro y Fernández,
2006), lo cual, no sucede, por lo que resulta
imposible querer entrenar una pretemporada
con el objetivo de que nos dure hasta final de
temporada.
Respecto a la duración de la pretemporada,
en los artículos revisados, todas las
pretemporadas tienen una duración de
entre 5 y 10 semanas, siendo la duración
recomendada por Sanz (2005) de entre 5 y 6
semanas.
Como fin del análisis de las pretemporadas
tradicionales, las tareas empleadas en las
pretemporadas tradicionales eran de carácter
más analítico (Seirul•lo, 2002), sobre todo en
la estructura condicional, aunque también
se realizaban tareas para la mejora de la
estructura coordinativa y cognitiva, pero
siempre de forma analítica o, en el mejor
de los casos, integrada, es decir, uniendo
estructuras para confeccionar la tarea (por
ejemplo, un circuito físico-técnico).
Abordaje sistémico de la pretemporada
Una vez aclarado el concepto de qué
es una pretemporada y repasado
brevemente el concepto de pretemporada
tradicional, se va a explicar este nuevo
abordaje de este periodo, y sobre todo,
el porqué de este nuevo abordaje, para
poder darnos cuenta de qué es lo que
aporta este tipo de pretemporada respecto
a una más tradicional.
El punto de partida para este tipo de
pretemporada será el jugador, entendido
como sistema dinámico que, como tal,
posee unas estructuras que lo conforman y
que no son estancas, sino que interactúan
entre sí (Seirul•lo, 2002): E. Cognitiva,
E. Coordinativa, E. Condicional (E.
condicional y E. Bioenergética), E. Socioafectiva,
E. Emotivo-volitiva, E. Creativoexpresiva
y E. Mental (Sanz, 2014).
Al ser el fútbol un deporte de equipo, parece
extraño que el objetivo de la pretemporada
sea el jugador. La razón es que el equipo está
considerado como un sistema de sistemas, es
decir, está compuesto por unos subsistemas
“jugadores” que interactúan entre sí y que a
su vez conforman el sistema equipo, también
considerado un sistema dinámico.
Desde esta perspectiva, el objetivo principal
respecto al sistema “jugador”, es que a través
de las tareas propuestas en el entrenamiento,
sea capaz de autoestructurarse, es decir,
sea capaz de desarrollarse de forma
individualizada en función de sus propias
características (Seirul•lo, 2002).
Este desarrollo, que lo que busca como
objetivo final es el rendimiento en
competición, como se vio en la definición de
pretemporada de Sanz (2005). Para conocer
cuáles son los factores de rendimiento en
fútbol, lo lógico es acudir a la ciencia para
que nos explique qué es lo que sucede en competición.

 PREPARACIÓN FÍSICA
Pues bien, la ciencia nos informa sobradamente acerca de cuantos son los km. recorridos en un partido, n° de acciones acíclicas, densidades de esfuerzos, velocidades… (Di Salvo, 2007) (Iaia, 2009) y una gran cantidad de datos acerca de la estructura condicional. Enfocado desde una perspectiva tradicional, lo lógico sería intentar, con nuestro entrenamiento, llegar a esos parámetros observados en competición por los expertos.
Por lo tanto, lo que buscaríamos es hacer más km., más acciones intensas, o acciones más intensas, km. más rápidos, saltos más altos y sprints más rápidos. Pero, respondiendo a esta pregunta, es fácil darse cuenta del problema de la perspectiva anterior y que esta nueva nos ofrece. ¿Es más importante hacer un sprint una décima de segundo más rápido, o llegar al lugar en la posición y momento adecuado, por ejemplo, evitando el fuera de juego? Para responder esta pregunta, Menotti (en Giráldez, 2014), dice que “El jugador más veloz no es el que tarda menos tiempo en resolver una distancia, sino el que resuelve más rápido una situación del partido. Por esta razón la preparación física de un futbolista no puede separarse de la preparación futbolística”
La riqueza de esta perspectiva es que se acerca mucho más a las necesidades competitivas de los deportes de equipo como es el fútbol, puesto que entiende al futbolista y al equipo como un todo indivisible y que interactúa con el entorno (es decir, no busca esa mejora del sprint como un fin en sí mismo, sino como un medio para poder interactuar de forma adecuada con el entorno). Pese a que lo que más estudia la ciencia es el número de Km que hace el futbolista, tipos de esfuerzos, etc. los estudios en los que aparece esta información no tienen relación alguna con el juego, sino que obtienen conclusiones descontextualizadas. Ya no sólo se tiene en cuenta la estructura condicional (que sería esa mejora del sprint), sino que se pretende mejorar el juego del futbolista, y a través de él, el del equipo (subsistemas que componen sistemas).
Además, atiende a todas las estructuras de forma específica y contextualizada, por lo que no requiere que el entrenador busque tareas de transferencia, sino que es el propio jugador el que construye el conocimiento a través de las tareas (Seirul•lo, 2002).
Respecto a los objetivos pretendidos en este tipo de pretemporadas, no se centran solamente en la estructura condicional, sino que, como se vio previamente, atienden a toda la globalidad del juego. El objetivo general de esta pretemporada será competir de forma óptima el primer partido, ya que, en un sistema de liga, el primer partido tiene el mismo valor que el último; además de hacer una reintroducción al entrenamiento y a la rutina de entrenar, tras el periodo vacacional, para que al jugador le sea lo más agradable y progresivo posible, minimizando el riesgo de lesión.
Para comprender y poder abordar estos sub-objetivos, se separarán en función de las estructuras que prevalecen en cada uno de ellos, sin olvidar que no son compartimentos estancos, sino que interactúan entre ellos.
Estructura condicional: el objetivo principal desde un punto de vista condicional es que los jugadores no se lesionen, ya que hay una correlación negativa entre las lesiones y el puesto en la liga, debido principalmente a que el entrenador no puede elegir entre todos los jugadores para los partidos y condiciona el rendimiento del equipo (Hägglund, Waldén, & Ekstrand, 2013) y tener un proceso de readaptación al entrenamiento adecuado. Además, el siguiente objetivo es que los futbolistas tengan la capacidad para poder rendir de forma adecuada (que no máxima) todo el partido (Estructura bioenergética) y puedan afrontar los episodios intensos o de duelo con garantías y no lesionarse en ellos (Estructura condicional).
Estructura cognitiva: los objetivos en esta estructura serán la comprensión del modelo de juego del equipo por parte de cada jugador, los conceptos tácticos que este modelo de juego requiere (por ejemplo cerrar líneas de pase, jugar con tercer hombre, conducir para fijar al defensor, etc.) (Lillo, en Giráldez, 2014); y desde el sistema equipo, como nos dice la Periodización Táctica, será crear un esquema mental en la cabeza de los jugadores para que todos piensen de forma coordinada respecto al modelo de juego del equipo (Tamarit, 2007).
Estructura coordinativa: en esta estructura pretendemos que el jugador sea capaz de ejecutar de forma adecuada las acciones que requiera el juego; y además, poder incrementar el número o calidad de acciones a ejecutar como medio para ampliar el espectro de decisiones que puede tomar el jugador.
Estructura socio-afectiva: los objetivos de la estructura socio-afectiva son que el grupo se conozca y conozca al cuerpo técnico; que los jugadores conozcan las normas de comportamiento del equipo, tanto en entrenamientos como partidos y las normas de régimen interno del equipo, horarios…; y las rutinas previas a entrenamientos y partidos, como el calentamiento, turnos de material, etc.
Estructura emotivo-volitiva: en esta estructura conviven los objetivos del club o del entorno con los de los propios componentes del equipo (jugadores y cuerpo técnico), por lo que el objetivo principal en esta estructura será aunar los objetivos del club y del equipo, incluso de cada jugador individual, y marcar un camino, lo más consensuado posible para que todos se sientan partícipes de las decisiones y las tomen como suyas, que nos lleve a los objetivos acordados. Además, será importante hacer vivenciar a los jugadores las posibles situaciones de compromiso que puedan presentarse en la competición y que actúen ante ellas con naturalidad.
Estructura creativo-expresiva: los objetivos se plantean respecto al jugador y a su capacidad de dar respuestas variables, que emerjan del jugador y se desmarquen de las estipuladas. Además, será importante que el jugador aprenda a gestionar de forma autónoma esa libertad, respecto a la competición, a qué entrenar, etc., para evitar prolongar la adolescencia del jugador (Giráldez, 2014).

PREPARACIÓN FÍSICA
Una vez vistos los objetivos que se plantean para la pretemporada, el siguiente paso es ver la metodología que permite que todos objetivos se lleven a cabo de forma global y específica al fútbol y la estructuración de estos contenidos en la semana y durante la pretemporada.
Anteriormente se expuso que la duración recomendada por Sanz (2005) es de entre 5 y 6 semanas de entrenamiento, lo cual parece un tiempo suficiente, pero no excesivo, para retomar el entrenamiento y preparar al equipo de cara a la competición.
El mismo Sanz (2014) propone una periodización de 6 semanas desde el punto de vista táctico (para diferenciar de la PT de Vítor Frade, aunque poseen características muy similares), en la cual la primera semana se emplea para evaluar al grupo y tomar decisiones acerca de un modelo de juego que se adecúe a las características de los jugadores, y a partir de ahí, durante las 4 siguientes semanas, entrenar y mostrar a los jugadores cada uno de los 4 momentos del juego en nuestro modelo de juego, utilizando la última semana para preparar el primer partido de liga. Además, propone el morfociclo patrón como medio para estructurar las semanas de entrenamiento.
Según mi idea, esta periodización tiene el aspecto positivo de que es muy claro para el aprendizaje del jugador, porque está toda una semana entrenando un mismo momento, con conceptos de juego similares y con transferencia de unos a otros. El problema puede surgir si esta planificación se aplica con rigidez, ya que es adecuado ir recordando los momentos trabajados al inicio para que no se olviden al inicio de la temporada. De cualquier forma, creo que es el entrenador el que, en función del grupo y de su planteamiento, el que debe periodizar estás semanas de entrenamiento, pero siempre evaluando y teniendo en cuenta lo hecho previamente.
Vista la propuesta de Chema Sanz, nuestra propuesta es similar en cuanto a duración y estructura semanal, pero con varios matices que se exponen a continuación.

La primera semana de nuestra pretemporada será muy similar a la propuesta anterior, con los objetivos de reintroducir a los jugadores al entrenamiento y a la rutina que supone ir a entrenar diariamente, en contraposición a la libertad vacacional, conocer al grupo y que ellos nos conozcan y se conozcan entre ellos, empezar a proponer objetivos y plantear el camino a seguir durante el año, explicar los horarios, normas de régimen interno, rutinas de equipo…es decir, una presentación de lo que va ser la temporada y una evaluación de los jugadores con los que contamos.
Entre la segunda y la quinta semana reside la importancia de este periodo, ya que es el momento en el que vamos a poder implementar el modelo de juego del equipo, el reentrenamiento del jugador desde la estructura condicional, es decir, es el grueso de la pretemporada (en mi opinión, aquí si podemos hablar de una base sobre la que cimentar el trabajo posterior, sobre todo en el modelo de juego, en la estructura socio-afectiva colectiva, la emotivo-volitiva, etc.), es el momento en el que se empieza a construir el equipo.
La construcción de estas semanas la debe decidir el entrenador (en el artículo habrá una propuesta),
siguiendo la que propone Sanz de dividirla por momentos del juego, siguiendo la propuesta del artículo en la que cada semana se entrenan todos los momentos del juego y se planifica en función de las deficiencias observadas en sesiones anteriores; o cualquiera que elija el entrenador, siempre que siga una estructura lógica y no olvide el entrenamiento de ninguna de las estructuras. Además, en función de la categoría, deberán entrenarse las ABP (acciones a balón parado) como una parte más del “todo”.
La sexta semana se empleará en preparar el primer partido de Liga y, por supuesto, seguir afianzando el modelo de juego, ya que, como afirma Carvalhal (2001, en Tamarit, 2007), el modelo de juego “es aquello que pretendo alcanzar, y aquello que estoy constantemente visualizando (…) es allí donde yo pretendo llegar aunque sé que nunca voy a llegar allí”.
Aunque la periodización del microciclo es importante, es mucho más importante la estructuración de las tareas dentro de la sesión, para lo cual emplearemos el concepto de SSP (situación simuladora preferencial) del entrenamiento estructurado.
En el entrenamiento estructurado no se pretende jerarquizar el aprendizaje, sino priorizarlo (es decir, poner atención en un elemento de la SSP, aunque se den todas las estructuras en la SSP), puesto que no hay unas estructuras más importantes que otras, ya que las estructuras interaccionan entre sí formando redes complejas (Seirul•lo, 2002).
Para la construcción de SSP deben aparecer todas las estructuras de forma específica al deporte, y priorizarse sobre una de éstas. Según Seirul•lo (2002), para construir u a determinada SSP, deberá configurarse el sustrato condicional del sistema de entrenamiento (E. Condicional), aplicado por medio de elementos coordinativos propios del deporte (E. Coordinativa), en situaciones que contengan información relevante para actuar en consecuencia (E. Cognitiva), relacionándose con unos compañeros-oponentes y el objeto (E. Socio-afectiva), viviendo episodios de conflicto personal (E. Emotivo-volitiva) y facilitando propuestas autónomas (E. Creativo-expresiva).
En esta propuesta de pretemporada, se propone que todas las tareas, incluso en las primeras sesiones, se realicen a la máxima intensidad relativa de la tarea, que según Oliveira, (en Freitas, 2004, en Tamarit, 2007), es la intensidad necesaria para hacer determinado tipo de acción con mérito, referido a la exigencia mental, y en esta propuesta, también desde el aspecto motor.
La propuesta de tareas que se propondrán en el artículo, respecto a los niveles de aproximación, serán de nivel dirigido, específico y competitivo; dejando el nivel general I y II para corregir posibles descompensaciones o deficiencias individuales, observadas durante los primeros días de pretemporada, y en los que se prevea que no va a alcanzar los niveles pretendidos en alguna estructura con los niveles más específicos.
Presentación práctica
Una vez vista toda la estructuración teórica en la que nos basamos para llevar a cabo la pretemporada, se llevará a cabo la presentación de una semana de pretemporada, como medio para representar el resto de las semanas, ya que todas ellas tienen una estructura interna similar.
En cuanto a las tareas, se expondrán diferentes ejemplos con sus características, para ilustrar y mostrar cómo se lleva este tipo de pretemporada en el campo. No se especifica el espacio, puesto que deberá adaptarlo cada cuerpo técnico a sus jugadores y al momento de la temporada. El tiempo es orientativo, para que luego el cuerpo técnico lo adapte.

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