Gerardo 'Tata' Martino, un técnico "estudioso y obsesivo".
El discípulo de Bielsa, que pasó por España ensombrecido por la magnífica era azulgrana de Guardiola.
Se vió lastrado por el legado del mejor Barça de la historia y por las continuos comparaciones con el pasado.
No sabe por qué le llaman Tata. No recuerda quién lo bautizó así. Pero a su hijo, también de nombre Gerardo, lo llaman Tatita. Y nunca ha sido muy amigo de los elogios, porque siempre considera que están por encima de lo aconsejable. Así es Gerardo Martino, un hombre sencillo, consciente que la base de todo triunfo es "tener buenos jugadores".
El Tata Martino se parece en mucha cosas
(también la forma de vestir y los gestos) a su amigo Marcelo Bielsa.
Ambos firmaron una etapa gloriosa en Newell’s a principios de los
noventa. Con Bielsa como técnico, Martino fue pieza fundamental de un
equipo histórico que logró el campeonato de 1991 y el Clausura de 1992.
El joven e inexperto Marcelo Bielsa logró exprimir a aquel '10'
consagrado, el típico enganche muy técnico. Nadie jugó más que él en la
historia del conjunto leproso (509 partidos), con el que debutó
en 1980 cuando era un adolescente de 17 años. Martino se retiró como
futbolista en 1996, en el O’Higgins chileno. En 1991 jugó en España, en
las filas del Tenerife.
Como entrenador comenzó en el modesto
Almirante Brown de Arrecifes y después se curtió en Platense e Instituto
de Córdoba antes de viajar a Paraguay para saborear éxitos (cinco
títulos en total) con Libertad y Cerro Porteño. Luego vino Colón, por
fin en la Primera División argentina, y un regreso a Libertad. De ahí
saltó a la selección paraguaya.
"Martino nos ayudó muchísimo en
lo psicológico", reconoce el defensa paraguayo Antolín Alcaraz, ahora en
el Everton de Roberto Martínez. "Martino le cambió la mentalidad al
equipo y creo que ésa es su mayor virtud", valoró Nelson Haedo Valdez. E
incidía en esta idea Lucas Barrios: "El Tata siempre dice que confiemos constantemente en nosotros y eso ayuda".
Dicen los que le conocen que el Tata
no miente ni promete ni exagera, algo que sus pupilos agradecen. Es un
tipo que no se anda con rodeos ni eufemismos. "Hay veces que la cabeza
no está bien y daría la impresión de que no se sabe jugar al fútbol. Y
hay otras veces que la cabeza está espléndida y parecen jugadores de
otro planeta. Yo creo que todo jugador que llega a primera división sabe
jugar al fútbol. Pero la parte mental tiene una incidencia muy
importante", afirma el técnico.
Sus palabras nunca suenan a
demagogia. A Martino, como a su 'maestro' Marcelo Bielsa, le gusta
traspasar reflexiones profundas. Seguro de sí mismo y de sus ideas,
nunca se desdice porque habla siempre siendo fiel a su conciencia. "El
fútbol argentino me da de comer, pero si no digo lo que pienso, no
estaría comprometido para que todo esto pudiera mejorar", declaró cuando
le criticaban por pedir cambios estructurales en el deporte de su país.
A finales de 2011, Colombia le ofreció un gran contrato para que se ocupara de su selección, pero Gerardo Martino decidió regresar a su Rosario natal para salvar del descenso al equipo de su vida. Colombia lo tentó con millones; Newell's, con el corazón. A Ñuls,
un equipo asustado, le imprimió una mentalidad ganadora, valiente.
Revolucionó el conjunto rojo y negro con sólo unos pequeños retoques en
la plantilla y mucho trabajo táctico. Los aficionados rojinegros no se
cansan de repetir que Gerardo Martino hizo magia con el equipo.
El Tata
es un técnico pragmático. "A veces una idea de juego no va de la mano
del plantel que uno tiene disponible", afirma. En su última etapa ha
apostado claramente por la posesión del balón por elección, por ser
protagonistas partiendo de un sistema 4-1-4-1 que se transformaba
habitualmente en el 4-3-3. "No sabemos jugar sin la pelota", ha
apuntado. Y le preocupa que el resultado vaya de la mano con el buen
juego.
"Más allá de que hay diferentes maneras de ganar, no hay
un equipo ahora en Argentina que marque tendencia como ocurre en España
con el Barça. Los argentinos estamos mirando demasiado
los resultados. Si el equipo gana está todo bien, y si se pierde está
todo mal. Se perdió el análisis de la forma de cómo los equipos van a
buscar el resultado", señala.
Gerardo Martino
ha logrado éxitos en Sudamerica pero es prácticamente un desconocido en
Europa. Él considera, sin embargo, que a un entrenador no le define su
fama, sino su trabajo diario. "Tampoco es indispensable que el jugador
conozca la vida futbolística del entrenador de turno. Lo único que te
avala es la forma de trabajar, el día a día, como llevas al grupo; el
contacto que tienes con ellos, cómo juega el equipo, ésas son las cosas
que te sostienen", apuntaba cuando fichó por Newell’s hace un año y
medio.
A Martino, le gusta salir jugando desde su arquero, atacar a partir de la posesión
de la pelota, hacerse ancho para terminar siendo profundo, proyectar a
sus laterales y avanzar en triángulos. Podía explotar por afuera, pero
se hacía peligroso cuando finalizaba con ataques interiores con mucha
movilidad y con pases filtrados. El volante que entrega la pelota no se queda quieto. Toca y va a buscar.
Apuesta a la posesión y la rotación de los medios para generar esos
espacios centrales que derivan en una situación de gol. El delantero para él es el primer defensor en, aporta sacrificio en el repliegue y, por ejemplo en Newell's, era quien más jugaba como 9-10, retrasándose (y volcándose sobre todo
en la izquierda), para generar los espacios y las triangulaciones.
En Newel's, como Martino pretendía que su equipo intentara salir desde su pòrtero,
se la jugó con Nahuel Guzmán y no fue casualidad que (para defensores y
volantes) la entrega hacia atrás fue un recurso más. En la Copa
Libertadores, en ante Universidad de Chile, en Rosario, Guzmán dio 20
pases entre salidas desde el fondo y descargas recibidas para atrás de
sus compañeros: 16 fueron correctos y 4 incorrectos. El partido en que
más veces jugó con los pies fue ante Olimpia, en Rosario: 24 pases (21
bien y 3 mal). Más de una vez Guzmán mostró exceso de confianza para
resolver. En la Libertadores ante Boca, en la Bombonera y ante una muy
buena presión del local, dejó corta una pelota y casi finaliza en gol de
Juan Manuel Martínez. Allí tuvo 13 intervenciones (9 correctas y 4
fallidas). En la revancha con Mineiro, el primer gol de Bernard nació de
un pase exigido de Guzmán a Vergini y esa mala salida derivó en la
asistencia de Ronaldinho. Se podrá estar de acuerdo o no, pero son
riesgos que se corren. Y está claro que fueron más las veces que no la
perdieron.
Le faltó un convencimiento mayor, el famoso plus, para pisar más fuerte
aún en la Libertadores, pero Newell's era un equipo que debía salvarse
del descenso y Martino lo convenció de ser campeón.
"¿Qué importancia le doy a la táctica? La suficiente para que me lleguen
poco y encontrar posibilidades de pase para atacar. La palabra es
"espacio", generar el "espacio", por dónde voy a atacar. No tenemos que
sentarnos y esperar que las cosas sucedan. Hay que ser valientes y salir
a jugar"- asegura Martino.
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